Llegados a los 30 años, las mujeres comienzan a preocuparse por la zona de los ojos y más concretamente, por las temidas patas de gallo, que se empiezan a hacer visibles a partir de esta edad.
Las patas de gallo son arrugas “dinámicas”, que se producen debido al movimiento de los músculos que se encuentran debajo de ellas. Suelen producirse por gesticular y reír. La exposición solar también suele contribuir a la aparición de este tipo de arrugas.
El músculo orbicular es el que se encuentra justo debajo de la piel de esta zona y con los movimientos que hacemos a lo largo del día, hace que la piel se arrugue y que se marquen estas arrugas.
Prevenir la aparición de las patas de gallo
Es difícil evitar las patas de gallo por completo, pero sí que es posible retardar su aparición. Como decíamos anteriormente, ten cuidado con el sol y usa protector solar también en invierno.
Asimismo, en días de mucho sol trata de ponerte gafas para no tener que entornar los ojos. Lo mismo si eres miope, ya que el típico gesto de enfocar favorece mucho la creación de estas arrugas.
El uso de cremas exfoliantes y humectantes también te puede ayudar a prevenir las arrugas de expresión y, más concretamente, las patas de gallo. Aunque es algo difícil de controlar, también es importante tratar de no gesticular en exceso.
Tratamiento de las patas de gallo
La mejor solución para las patas de gallo es el tratamiento con toxina botulínica. La toxina botulínica se aplica mediante una técnica muy sencilla y es el mejor tratamiento antiarrugas para el contorno de ojos y también se evita que estas arrugas se hagan más profundas.
Los resultados aparecen a los tres días y duran hasta seis meses.
Otro tratamiento adecuado es el peeling químico, a través del cual logramos una exfoliación profunda que renueva las capas de la piel y elimina las arrugas.